viernes, 26 de junio de 2009

CASTILLO DE MONTALBÁN - PUEBLA DE MONTALBÁN - TOLEDO





 Este impresionante edificio, una de las fortalezas más antiguas e impresionantes situadas en la margen izquierda del río Tajo, bebió ser construida como punto de defensa de la orilla izquierda del río Tajo, reformando y ampliando en gran medida el castillo árabe que allí existía, y que tal vez fuera abandonado al rendirse Toledo.


 En el año 1209 se cita la villa de Montalbán como cedida al repoblador Don Alfonso Téllez, pero el edificio que hoy puede verse debió ser construido por los Templarios, a quienes se lo cedió Alfonso VII pocos años después, haciendo de él y de sus dehesas inmediatas, hoy casi despobladas, la más importante encomienda de su Orden en Castilla.


 En el año 1308 volvió a manos de la Corona, siendo donado por Alfonso XI a Don Alfonso Fernández Coronel. Enemistado éste con Pedro I el Cruel, el edificio fue reformado y se le añadieron nuevas defensas. Después de la ejecución de Fernández Coronel, el castillo fue cedido a Doña Beatriz, la hija ilegítima de Pedro I.


 
Tras de un pintoresco episodio, en el que Juan II quedó sitiado en el castillo por los secuaces del infante Don Enrique en diciembre del año 1420, pasó el estado de Montalbán (La Puebla, Villarejo, San Martín y Menasalbas) a don Álvaro de Luna y, cuando éste murió, a su viuda, que lo habitó en algunas ocasiones.

 
Bajo el reinado de Enrique IV el castillo fue adquirido por su valido, Don Juan Pacheco, y desde él viene transmitiéndose a sus sucesores.
El castillo de Montalbán es el más robusto, extenso y fuerte de todos los castillos de la provincia de Toledo, probablemente más aún que el de Escalona, aunque su historia sea mucho más oscura y tranquila. Tal vez sea por esa misma fortaleza por lo que no hay noticias de que fuera atacado en una verdadera batalla.


En su interior se conservan restos de la fortaleza musulmana anterior, que era de planta cuadrangular y mucho más pequeña, y que fue abandonada con la caída de Toledo.
El castillo ocupa un lugar sumamente fuerte, cortado al norte y noroeste por el profundo tajo del río Torcón, de 100 metros de profundidad, y con dos torrenteras al este y al oeste que lo defienden perfectamente por los otros dos lados. Queda así un espacio de más de 15.000 m2 bordeado por murallas almenadas, con torres cuadrangulares provistas de garitas en alguno de sus ángulos.

 
La fachada sur da a un terreno llano, de modo que es aquí donde se concentraron todas las defensas posibles. En primer lugar había un ancho foso que unía las torrenteras, y a continuación un torreón semicircular bajo, almenado y con saeteras, que hacía las veces de coracha. Éste prolonga la barbacana exterior, que también tiene almenas y aspilleras en piedra caliza. Desde ésta y por tres puertas, y una poterna, se llega al espacioso camino de ronda que rodea casi la mitad del edificio principal.
Al interior del castillo se accede por dos puertas protegidas por enormes torres albarranas de planta pentagonal, con esbeltos arcos apuntados que sobrepasan los 10 metros de altura en la clave, y tres postigos muy disimulados. Fueron construidas con mampostería y ángulos de sillares que conservan numerosas inscripciones lapidarias, como por ejemplo la estrella de David. Ambas torres albarranas cabalgan sobre el camino de ronda, y aunque son parecidas, la de la izquierda es maciza, mientras que la de la derecha, mejor conservada, alberga salas con habitaciones. Tiene ésta última saeteras y cuatro matacanes de ladrillo, y está unida a la torre mayor, en el interior del recinto, que también tuvo matacanes. A ambas torres se sube por una escalera existente detras de la muralla, de la que se han restauradado sus tramos iniciales.
En el interior, cuyo recinto se conserva completo, hay dos silos o cisternas subterráneos de gran capacidad. La parte que da al precipicio es más débil, ya que está protegida por éste, y fue construida en algunos de sus tramos con tapial, por lo que se ha perdido el coronamiento.

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