En este castillo perduran lienzos de murallas, cubos, arpilleras, fosos,
defensas, fortificaciones, pasadizo, subterráneos, mazmorras, silos y
aljibes. Se conserva una maciza y monumental torre del homenaje. de
planta cuadrada y ciclópeos cimientos, que ha desafiado a las
generaciones pasadas y parece desafiar a los siglos venideros. En su
interio recibió, con toda clase de honores, en la plenitud del
Renacimiento, el señor del valle de Ayora, don Serafín de Centellas, la
embajada de don Rorigo de Borja.
En el turbulento reinado de don Pedro I de Castilla, la fortaleza
ayorina, por su situación estratégica, fue teatro de innumerables
hazañas de heroísmos, que se repitieron durante las Guerras de las
Comunidades, Sucesión, Independencia y Carlista.
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