En la
actualidad Alarcos es un gran cerro situado en la margen izquierda del
río Guadiana, a 8 km de Ciudad Real. Su origen se remonta a la Edad del
Bronce, aunque es en la del Hierro (íbero-medieval) cuando se convierte
en ciudad. En Alarcos se encuentra un gran conjunto de restos
arqueológicos ibéricas y medievales que en la actualidad se sigue
excavando, pues siguen saliendo muchas piezas muy valiosas, con las que
seguir construyendo esta parte de la Historia.
En 1147 la fortaleza, construida por los árabes hacia el siglo XI, es reconquistada por el rey Alfonso VII en 1147 y encomendada a la Orden de Calatrava para su protección y reedificado el castillo por Alfonso VIII.
Protección que nunca se pudo llevar a cabo, pues unos años después, en
1195, se produce la Batalla de Alarcos frente a las tropas de al-Mansur, donde Alfonso VIII sale malherido de la misma, y se vuelve a perder el sitio de Alarcos.
Los
almohades primero y luego los musulmanes, se hacen con la fortaleza y
las inmediaciones, hasta que por fin el propio Alfonso VIII, en 1212, y
tras la victoria en la Batalla de las Navas de Tolosa, reconquistan y repoblan definitivamente toda La Mancha.
El
castillo tiene una planta rectangular de una extensión de unos 33
hectáreas, amurallada a su alrededor, con una muralla de 3 metros de
espesor. Cuenta con una torre cuadrangular en cada una de las esquinas y
dos pentagonales de distinto tamaño, en los laterales este y oeste. En
el interior del recinto, se conservan habitaciones abovedadas y un
aljibe.
Alfonso
VIII se proponía repoblar la zona y construir en ella una gran ciudad
cuando se produjo el ataque de los árabes en la Batalla de Alarcos.
Además, Alfonso X trasladó a sus habitantes a una aldea próxima llamada
Pozo Seco de Don Gil, donde fundó Villa Real en el año 1255, la actual
Ciudad Real.
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