Ubicado al sureste de la localidad, en un enclave privilegiado sobre
un teso que domina una gran extensión de terreno montañoso y pintoresco,
se encuentra el Castillo de Miranda del Castañar. Construido entre los siglos XIV y XV sobre una antigua defensa, a la
vista de diversos vestigios, es considerado por muchos como el primer
recinto en acoger a la legendaria Orden de los Caballeros Templarios con
fines hospitalarios. Siendo uno de los castillos que mejor se conservan
de toda la provincia de Salamanca, en gran medida gracias al excelente
estado en el que se encuentra su muralla. No en vano se encuentra
declarado Conjunto Histórico-Artístico desde 1973.
Presidiendo la entrada al recinto histórico de la localidad, al que
se accede por la puerta de San Ginés, actualmente se encuentra en manos
privadas, pero puede contemplarse íntegramente desde la plaza que se
abre ante él y dando un paseo por los alrededores, ya que se conserva en
su mayor parte. Eso sí, no puede accederse al interior.
Aunque tuvo cierto aire palaciego, se trata de una fortaleza bastante
sobria. De planta trapezoidal, con esquinas rematadas por sólidos cubos
cilíndricos en los que se abren las saeteras y las troneras. La torre
principal presenta un remate amatacanado, con ménsulas lobuladas muy
cercanas.
El Castillo está formado por una torre de sillería de gran tamaño y
muy bien conservada que queda coronada por arquilos y ménsulas, sobre
las que se encuentran las troneras redondas, las almenas, las ventanas
pequeñas de arco semicircular y un ángel de relieve que mira al exterior
en la parte baja acompañado de las armas de los Zúñiga.
La torre se encuentra protegida por un recinto amurallado con fuertes
cubos provistos de troneras redondas y saeteras, así como por algunos
balcones con dos arcos, dominando una increíble perspectiva. Además, la
torre queda adosada a una torre con planta en «D» y a otros restos que
pudieron pertenecer a una pequeña fortificación anterior. Las troneras
circulares pertenecen a la troneras habituales de la artillería del
siglo XV.
En el interior de la fortaleza, todavía se conserva el acceso al
camino de ronda, respectado en su mayor parte y presentando algunas
pasarelas.
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