Construida en el S. XIV, perteneció a Don Tello, Señor de Liébana,
hermano del rey Enrique II, e hijo de Alfonso XI. A partir de siglo XVI,
la torre pasó a formar parte de la familia Santillana tras una serie de
enfrentamientos por la posesión del señorío. Finalmente quedaría en
manos de los Duques de Osuna, quienes la vendieron en 1868.
Construida principalmente en sillarejo, se encuentra reforzada
con sillería en las esquinas y los vanos. Consta de cuatro cuerpos y una
azotea con cornisa, que soporta un muro corrido rematado por almenas en
las esquinas.
En la fachada principal asoma un gran
balcón, bajo el cual se encuentra la entrada principal de la torre a la
que se llega ascendiendo por una bella escalinata. Todas las fachadas
cuentan con pequeñas ventanas dinteladas.
En el interior hay un patio interior que
ilumina las estancias interiores, lo cual es un detalle inusual en las
fortalezas cántabras. Su presencia se asocia a una reforma llevada a
cabo por los Duques del Infantado, en el siglo XVI, aplicando al
castillo un estilo italianizante, propio de los palacios castellanos de
la época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario