Por documentos sabemos que esta población es de origen musulmán y que en
1093 sus habitantes se entregaron tras la caída de Huesca. En 1134 pasó
a ser posesión de los Pomar, posesión que todavía continuaba a finales
del siglo XVI, cuando Martín de Pomar mandó hacer el palacio que nos
ocupa sobre unas fortificaciones preexistentes. Posteriormente sus
descendientes se titularon marqueses de Ariño y su último señor fue el
marqués de Montemuzo.
Lo que queda de las antiguas fortificaciones está situado en la parte de atrás del palacio del Marqués de Montemuzo y consiste en dos torreones de sillería, uno en el centro y de planta circular, y el otro, situado en una de las esquinas, de planta rectangular.
La plaza de Salillas está presidida por el palacio del señorío, gran
edificio rectangular de ladrillo, con noble portada barroca, que parece
del siglo XVII; pero por detrás, hacia una suave pendiente, subsiste la
antigua barrera del primitivo castillo-palacio, quizá del siglo XV,
consistiendo en un largo muro de piedra con un desmochado torreón
rectangular y otro semicilíndrico en buen estado, trazado paralelamente a
la fachada posterior y en función actual del espacio trasero del
edificio, que continúa habitado en la actualidad.
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