Durante la invasión francesa el castillo fue ocupado por el general
Sebastiani, que le prendió fuego antes de abandonarlo. Posteriormente,
el Duque de Sexto, titular del Ducado de Alburquerque y del Condado de
Huelma, financió en parte la restauración de la monarquía en la persona
de Alfonso XII, lo que le obligó a vender algunas de sus fincas,
incluida aquella donde se ubicaba el castillo de Huelma, que fue
adquirida por un labrador acomodado de la localidad, a cuya muerte el
castillo quedó repartido entre dos herederos (la mitad a cada uno). En
1954 y 1957, don Bernardo Moreno Quesada adquirió la propiedad de ambas partes, convirtiéndose así en propietario único del castillo, donándolo al pueblo de Huelma en 1989.
En las faldas del montículo sobre el que se asienta este castillo se
aprecian aún restos de lienzos de murallas y algunos torreones de
defensa de lo que fuera la fortaleza de Huelma y la muralla de la villa
musulmana. En la parte superior, sobre una zona de rocas, se conserva el
núcleo del castillo. Su planta es casi cuadrada. Dos de sus ángulos
están rematados por cubos cilíndricos esquineros, dotados de buzones
para la artillería. Las otras dos esquinas tienen, una de ellas una
torrecilla cilíndrica maciza, y la otra la cierra un afloramiento de
roca. Destaca la puerta de acceso en arco de medio punto con despiece
radial, y las ventanas adinteladas. Gran parte del interior está ocupado
por los restos de dos aljibes, posiblemente de época islámica.
Sus características constructivas con grandes sillares podrían
evidenciar un origen romano, aunque el conjunto realizado con argamasa y
piedra, está más en relación con la construcción árabe.
La fortaleza se encuentra bastante deteriorada.
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