sábado, 27 de junio de 2009

CASTILLO DE LOS VELASCO - VILLALPANDO - ZAMORA



 Vilalpando era, según algunos autores, la antigua ciudad romana de Intercacia, los árabes la llamaron Alpando, y en la actualidad se la conoce por el topónimo de Villalpando.


 Alfonso VII la despoblo, pero fue repoblada por Fernando II en 1170, debiendo adquirir por aquel entonces un gran desarrollo, como atestigua la existencia de cinco iglesias. En 1179 fue dotada de fuero en el que se incluían privilegios y exenciones destinadas a fomentar la población. Su distribución urbana constaba del recinto amurallado doble y los arrabales.


 Esta villa perteneció a la Orden de los Templarios, teniendo el recinto murado como núcleo El castillo de piedra fortaleza de los Templarios hasta la supresión de la Orden. En 1312 la villa pasó a manos de la Corona, hasta pocos años después, cuando en 1341 Alfonso XI otorgó a Juan Alfonso de Benavides los lugares, vasallos y heredades de la Orden del Temple en estos lugares.


 Fue una de las numerosas villas que sirvieron a Enrique de Trastamara para premiar y recompensar a sus vasallos en su lucha por el trono de Castilla. Buen ejemplo de esto fue que concluida la guerra civil contra su hermano Pedro I el Cruel, Enrique II donó la villa al francés Arnao de Solier, el 12 de noviembre de 1369, en pago de los servicios prestados en la mencionada contienda. Años después debido al matrimonio de su hija, María Solier con Juan de Velasco, perteneciente a la familia de los Condestables de Castilla, la villa pasó a estar incorporada al Señorío de los Velasco.

 
Tuvo una aljama judía, parece que los judíos llegaron a estas tierras a principios del siglo VII. La judería se asentaba fuera de la cerca de la villa, llegando a contar con más de doscientos vecinos y se consideraba como una de las más florecientes de Castilla y León.

 
El primitivo castillo de los Velasco, palacio de los Condestables de Castilla, data del siglo XII. Los dos primeros Condestables de la casa de Velasco habitaron el antiguo palacio gótico. En el siglo XV fue incendiado por los Comuneros, y sobre sus ruinas el Condestable don Iñigo I levantó otro palacio. En el siglo XVI fue reformado.
Sus muros estaban rodeados por un foso de sesenta pies de anchura y cuarenta de profundidad. Se detibuía en tres pisos y los subterráneos. Actualmente solo quedan restos de dos muros exteriores.
Sus muros estaban construidos en parte de piedra sillería, y en parte de tierra y canto rodado.
Se encuentra en estado de ruina. Sólo quedan algunos vestigios.
Es de propiedad particular, y alberga un depósito de agua.




















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