Durante la Edad Media dependió del Arzobispado de Toledo y de la orden de caballerñia de Santiago, hasta que, en 1458, Enrique IV la cedió al condestable Iranzo. Posteriormente cayó en el más absoluto abandono, hasta el extremo de ser utilizada como cementerio.
El castillo consiste en un recinto construido en tapial, jalonado por quince cubos prismáticos, distribuidos regularmente en su entorno. El patio de armas está desprovisto de construcción alguna, si se exceptúa un muro diafragma realizado en mampostería y formado por una torre cilíndrica hoy desmochada. La edificación corresponde a reformas cristianas de los siglos XIV y XV.
Bajo el patio se esconde un gran aljibe en cuyas paredes puede apreciarse el enluzido rojizo con que se evitaban la putrecfación de las aguas.
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