El Castillo de Cieza se situó en la parte más alta del cabezo,
aprovechando los escarpes rocosos que la forman, aprovechando un espacio
ya de por sí con un complicado acceso. De los muros de la alcazaba
partían los lienzos que defendían el propio núcleo urbano de Siyâsa,
completando un complejo fortificado formidable. Los restos conservados
presentan hoy, en muchos de sus tramos, un fuerte deterioro, bien por la
acción de elementos naturales, bien por la acción antrópica antigua o
moderna.
La edificación, según los últimos estudios arqueológicos, presenta dos
recintos. Uno, el albacar, resulta ser un amplio espacio destinado a
acoger a la población y sus bienes y ganados en caso de peligro o ataque
a la población y áreas rurales, por lo que está defendido por un muro
que se adapta al terreno, siguiendo sus irregularidades. Construido con
tapial, se conservan básicamente las cimentaciones. Se sitúa aquí,
dentro de este sector, un gran aljibe construido de hormigón, que
estaría destinado al abastecimiento de agua en caso de sitio.
El segundo recinto se sitúa en un lugar más alto y abrupto, en el
extremo noroccidental, y constituye el más fuertemente defendido y
último de resistencia en caso de ataque. Se comunica con el anterior a
través de una puerta defendida por un torreón de planta cuadrada.
Construido igualmente utilizando tapial de argamasa, quizá buena parte
de este recinto estuvo cubierto, como denotan los huecos destinados a
sostener vigas de madera.
En la actualidad, de la alcazaba ciezana se conservan visibles un
torreón de planta cuadrada y un lienzo que parte de uno de sus flancos.
Sin embargo, junto al excepcional yacimiento de la urbe musulmana,
constituyen un conjunto monumental muy importante en el contexto
arqueológico de la Región de Murcia.
La fortaleza de Cieza, o alcazaba de Siyâsa (denominación de la
población islámica que dio nombre a la urbe actual), se sitúan sobre una
altura rocosa llamada monte del Castillo, que se yergue, a casi 600
metros sobre el nivel del mar, muy próxima al paso del río Segura hacia
el Valle de Ricote. De esta manera ejerce un pleno control no sólo sobre
el cauce fluvial, sino también sobre diversos caminos y cañadas que se
extienden por las orillas del río.
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